El auge del criptoarte (podcast #41)
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(Imagen creada con Craiyon)
Hoy te cuento cómo el criptoarte y los NFTS están dando alas a muchos artistas.
Imagina que vendes una obra por 70 millones de dólares, o que te encargan el NFT para una película de Hollywood, o que tú decides qué porcentaje de los ingresos destinas a una organización social.
Antes de las historias, vamos a entender todos estos palabros.
Uno de los principales problemas que han tenido las artistas digitales es que no podían certificar la autenticidad de sus obras.
Una obra digital es fácilmente replicable y ambos ficheros son iguales. La facilidad de replicabilidad que ofrece la tecnología digital se convierte en una pesadilla cuando lo que necesitas es darle un valor de exclusividad.
Así estaban en desventaja respecto de artistas que trabajan con otros materiales.
Pues eso se ha cambiado con la llegada de los NFT y la tecnología blockchain.
Un NFT, que significa token non fungible, es una representación digital indivisible, que se puede certificar como tal. Se hace a través de la tecnología blockchain.
El blockchain es como un «libro de registro digital» descentralizado que se utiliza en Internet para mantener un registro seguro y transparente de transacciones y datos. Una vez que se registra, esa información no se puede cambiar ni borrar, y todos pueden verla.
La obra NFT lleva un certificado digital de autenticidad que garantizan la legitimidad de la obra. Se registras su autor, su valor inicial y todas las transacciones realizadas y todos los diferentes propietarios que haya tenido a lo largo del tiempo.
Eso permite que una artista que haya certificado su obra con NFTs la puede vender directamente a un comprador.
Además, esta suponiendo un revulsivo para el mercado del arte y el coleccionismo. Muchos inversores están comprando obras en NFT con la esperanza de que su valor crezca en el futuro.
Para muestra, la subasta de Christie's, que en marzo del 2021 subastó la primera obra de arte íntegramente digital por 70 millones de dólares. El propio autor de la obra, Beeple, se atragantó en Twitter.
Pero aparte de los casos extremos, está ayudando a muchas artistas digitales a llevar el control de su obra.
Una de ellas es la barcelonesa Gala Mirissa, que comenzó haciendo gifs hace décadas y hoy día es una de las criptoartistas más reconocidas. Ha hecho incluso una obra NFT para la película Fresh Kills.
Crear obras NFT permite también comercializarlas como desees a través de las plataformas específicas que existen.
Así, puedes por ejemplo decidir que un porcentaje va a ir destinado a organizaciones que contibuyen a mejorar la educación de niñas. Eso ha hecho la artista Maliha Abidi con su obra WomenRise. Se compone de 10.000 ilustraciones que representan la diversidad de la mujer.
Hay muchas formas de arte digital y de comercializarlo. Por ejemplo, Anna Zhilyaeva pinta con brochas digitales en realidad virtual, lo que quiere decir que para disfrutar sus obras tienes que hacerlo con unas gafas de realidad virtual.
Sin embargo, ella hace muchas de sus obras en directo y algunas de sus grabaciones en vídeo en que se ve el proceso también se subastan.
La tecnología blockchain ha dado el merecido reconocimiento a muchas artistas que al elegir el ámbito digital para sus obras habían sido relegadas a un lugar menor en el mundo del arte.
Pero, además, ofrece un control y autonomía sobre sus obras, que también está siendo adoptado por todo tipo de artistas.
Y poder certificar la autoría, reconocerla y valorarla siempre es una buena noticia.