Resucitad@s digitales (podcast #6) - Eva Domínguez

10.2.23

Resucitad@s digitales (podcast #6)
Esto es una transcripción del podcast. Podrás encontrar todos los episodios en las siguientes plataformas:

 


Os acordáis del anuncio español de Cruzcampo de Lola Flores que decía ¿Tú sabes porque a mí se me entendió en todo el mundo? Por el acento.

O quizás también os suena un anuncio mexicano de Soriana en que Cantinflas decía ¿Qué hubo, chatos? ¿Saben qué me llenó de orgullo siempre? Ser mexicano.

Evidentemente, no con este acento. No me atrevería a imitar a ninguno de estos grandes.

Tanto Lola Flores como Cantinflas hacía años que habían muerto pero resucitaron para anuncios de televisión gracias a la tecnología.

Es lo que llamamos Deep fake, clones digitales de personas reales que nos hacen creer que son los auténticos.


Paul Newman que era un gran actor y muy inteligente ya se vio venir hasta donde podía llegar la evolución tecnológica e hizo todo lo posible para defender los derechos de imagen, de la gestualidad y de la voz de los actores para que una vez hubieran fallecido no se les pudiera resucitar sin su permiso. O no se pudiera copiar su forma de actuar ni su personalidad.

Fue muy previsor y su imagen está blindada legalmente. Con el rápido desarrollo de la inteligencia artificial cada vez se está utilizando más esta posibilidad de clonar digitalmente alguna parte de la actuación.

Se ha utilizado en el caso de películas en que los actores o actrices han fallecido cuando el rodaje aún no había acabado. Pero también en otras situaciones, como para replicar la voz de Darth Vader en la película Obi Wan kenobi.

Se necesitaba de nuevo su voz y el actor James Earl Jones, que es muy mayor dio su consentimiento para que se clonara su voz. Como intrahistoria os cuento que esa clonación la hizo una una empresa ucraniana Respeecher y que acabó el trabajo a pesar de la guerra que vivían.

Volviendo al tema, la cuestión es:

¿Vamos a tener que proteger nuestros derechos para no ser clonados digitalmente después de muertos, igual que hizo Paul Newman?


La cuestión no es trivial. La investigadora Sara Suárez Gonzalo plantea una reflexión muy interesante en The European Financial Review sobre el derecho a la dignidad de las personas después de muertas.

Y pone el ejemplo de una web llamada Project December en el que su impulsor, Joshua Barber, recrea diálogos con su novia fallecida. Lo hizo utilizando el lenguaje GPT-3 de la empresa OpenIA, que ahora es tan conocida por su programa de Inteligencia Artificial ChatGPT.

¿Hasta qué punto podemos revivir a una persona fallecida por mucho que la queramos o incluso seamos familia? ¿Incluso aunque sean nuestros hijos?

No sé si os acordaréis de una noticia que apareció hace tres años sobre la recreación digital en realidad virtual de una niña que había muerto para que su madre pudiera reencontrarse digitalmente con ella. Se hizo para un documental llamado Meeting You emitido en Corea del Sur.

Siguiendo la reflexión de Suárez Gonzalo, ¿es el consentimiento de un padre o una madre suficiente para resucitar digitalmente a un hijo o hija?

Otra cosa es que hayamos dado nuestro consentimiento expreso en vida para que se pueda generar un avatar digital nuestro cuando ya no estemos por aquí en carne y hueso.

La idea de ser eterno gracias a la Inteligencia Artificial no es ya una suposición sino que yse concreta en ideas de negocio. 


Por ejemplo, en la web Eternime crean tu réplica digital construida a partir de tu huella digital. Es decir, toda tu actividad online, emails, mensajes en redes sociales, imágenes y vídeos, datos de tu móvil y tu portátil.

El avatar sigue aprendiendo a ser como tú mientras vives con la ayuda de la IA para que siga viviendo cuando tú ya no estás por aquí.

Miles de personas se han inscrito a este proyecto, que nació en el seno del MIT en el 2014.

Parece que hay muchas formas de entender la eternidad. Y que una parte de nosotros se aferra a seguir aquí aunque sea como avatar digital mientras otra aspira a deshacerse de cualquier apego incluso al de nuestro cuerpo para acoger la eternidad del espíritu.

Sin duda, vivimos en un mundo curioso.