Ser arte y parte (podcast #36) - Eva Domínguez

19.4.24

Ser arte y parte (podcast #36)
Esto es una transcripción del podcast. Podrás encontrar todos los episodios en las siguientes plataformas:
(Imagen creada con Craiyon)



Hoy te hablo de cómo el arte puede utilizar la Inteligencia Artificial y la web3 para amplificar el impacto social.

Si tuvieras que imaginar una comunidad que utiliza las tecnologías emergentes sin perder su esencia y a la vez conseguir más recursos ¿en qué lugar del mundo la ubicarías?

¿Estás imaginando una ciudad? ¿En qué país? ¿En alguno muy avanzado, quizá? Podría ser en Corea del Sur o tal vez en Finlandia. Sería lógico pues son los países más avanzados tecnológicamente.

Por supuesto, en ellos encontraremos muchas iniciativas. Pero yo ahora te invito a imaginar la selva amazónica. Y en ella a los yawanawá. Soy muy fan de los yawanamá.

Ya te he hablado de este pueblo indígena en otro podcast y no dejo de maravillarme. Fue en el capítulo 32 titulado Del Amazonas a la realidad virtual. Ahí te cuento cómo se les ocurrió utilizarla hace unos años.

Pues bien, ahora es el turno de la Inteligencia Artificial. Lo han hecho a lo grande, de la mano de Refik Anadol. Anadol es un reconocidísimo artista que utiliza el procesamiento de enormes cantidades de datos para sus obras.

Crea instalaciones abstractas a partir de algoritmos de aprendizaje automático. Podrás ver sus obras en muchos sitios. Si estás en Barcelona, por ejemplo, te puedes pasar por la Casa Batlló.

Sus vídeos tienen un efecto hipnótico. Generan unos patrones de imágenes sorprendentes.

Pues bien, Anadol cocreó en 2023 una obra que se llama Los vientos de yawanawá. Cada imagen es el resultado de la combinación de obras de jóvenes artistas de esta comunidad indígena y datos meteorológicos, como la velocidad del viento, las ráfagas, la dirección y la temperatura.

Los datos son en tiempo real por lo que el vídeo es siempre distinto y único.

Es un proyecto bonito, ¿verdad? Sin embargo, no es lo que le hace tan especial. Porque no es el único artista que trabaja con inteligencia artificial generativa o con procesamiento de datos.

Nombres como Memo Akten, Sonia Crespo, Mario Klingemann o Anna Ridler trabajan desde hace tiempo explorando el potencial de la IA.

Entonces ¿cuál es la novedad?

Los vientos de yawanawá también utiliza la web3, o web descentralizada. Además de la pieza audiovisual el proyecto cuenta con 1000 imágenes digitales únicas que se pueden comprar. Eso es porque se han convertido en NFT, que implica que cada archivo digital está verificado como único, por lo que se puede coleccionar como una obra de arte.

Seguramente pensarás que esto no es nuevo. Tienes razón. Tampoco lo es. De hecho, los NFT tuvieron un boom en el mundo del arte precisamente porque permitían tratar un objeto digital igual que uno físico, con garantía de que es único.

Los NFT han dado alas al arte digital.

Y eso como debes saber es gracias a la tecnología de blockchain. Hablé de ella en el capítulo 17, por si te interesa.

Y ahora dirás: ¿entonces qué es lo interesante de este proyecto?

Pues para mí la combinación de todo, del valor artístico, la cocreación, la inteligencia artificial, los NFTs y el impacto social.

Porque los beneficios de la venta de los NFT los recibe directamente la comunidad yawanawá que los destina a proteger su patrimonio natural y cultural.

Por tanto, gracias a esta colaboración artística, cualquier persona que quiera tener un obra digital de Refik Anadol puede comprar un NFT y al hacerlo está además ayudando a conservar la cultura y el entorno natural de los yawanawá.

Y yo creo que este es un camino muy interesante para explorar en muchos otros ámbitos. Esta colaboración ha sido posible gracias a la Impact One, organización que invierte en proyectos que impulsen soluciones económicas con conciencia medioambiental.

En la página oficial de Impact One, donde podrás ver fragmentos de esta impresionante obra.

Para acabar te leer unas palabras del jefe yawanawá Isku Kua recogidas en DesignBoom.

“Quién iba a pensar que unos indígenas de en medio de la selva que vivían de una forma tan tradicional iban a lanzar hoy una obra de arte con esta inteligencia artificial Eso no me hace a mí ni a mi pueblo menos yawanawá ni menos indígena. Cuando regrese a casa, caminaré descalzo sobre la tierra. Seguiré jugando en el río con mis hijos y encendiendo mi hoguera bajo el cielo estrellado. Pero cuando quiera hablar contigo o con mis hermanos, cogeré mi teléfono y hablaré con quien quiera y seguiré protegiendo mis bosques de la misma manera. Pero ahora hablando el mismo idioma que vosotros”.


Y yo creo que los que necesitamos nosotros es hablar más el lenguaje con la naturaleza como los yawamawá. Nosotros, que engullimos la IA en nuestras vidas sin conseguir ese equilibrio y conciencia con nuestro entorno. ¿Y tú qué piensas?